¿Para qué es importante reconocer nuestras raíces terrenales? Conocer el Linaje, de dónde provenimos, mirar, observar sin juicio, escuchar sus historias, conectar con sus historias en lo presencial como en la información cuántica que nos habita en nuestra constelación, ser capaces de comprender, reconocer, aceptar, perdonar y perdonarnos, acercarnos a ellos desde la amorosidad, entender que hicieron de sus vidas lo mejor que pudieron desde sus estados de consciencia y posibilidades y saber colocarnos en nuestro lugar, ordenarse pero por sobre todo HONRAR.
Cada solsticio decido tomar acciones conscientes e ir a lugares que siento tengo que estar en presencia. Son días en que muchas personas buscamos lo mismo: un momento de conexión consciente junto al poder de la naturaleza para transformarnos. Razón por la cual la Gran Wifi Humana alcanza mayor potencial y radio de expansión permitiéndonos alterar el espacio y el tiempo, crear un Vacío de Existencia donde ocurre la Nada y el Todo y desde allí ingresar a las potencialidades de Creación/Realidad, es decir el lienzo en blanco para Manifestar.
Para este último solsticio, 21 de Marzo de 2025 decidí estar en el norte de Italia por varios motivos: mis ancestros paternos, los D’Allegri, la energía masculina que nos permite salir al mundo, a la vida, y saber desarrollarnos en lo externo, y porque en Milán están los Códigos de Da Vinci. Un mix de tener mis pies en la Tierra con mis manos en el cielo conectando lo espiritual, aunque siempre con el corazón puesto en el horizonte: punto de integración.
Como sabes el año pasado viajé a Bélgica, específicamente a Amberes, donde nació mi abuelo materno Andrés Anna Marie Alewaerts donde pude conocer la casa que había construído mi bisabuelo Henrik al estilo Miss Van de Rohe, muy contemporánea para su época, y que Catalina, mi bisabuela tuvo que venderla en momento de la Guerra Mundial cuando Henrik había sido tomado prisionero por los Nazis, para poder subsistir y cuidar de sus hijos. También conocí la última casa en que vivió toda la familia de mi abuelo Andrés, y las otras tantas casas del Linaje. Aluciné, claramente ellos tuvieron una vida de bienestar económico y social para su época. Aún así las situaciones de la historia mundial que todos conocemos hicieron que partieran para Argentina y dejaran atrás toda esa vida que alguna vez los había abrazado. Una familia que supo emprender tanto en Bélgica como en Argentina, aunque con las circunstancias que se viven cuando uno emigra. Mi comprensión y sentir se agudizaron al encontrarme en la misma situación que ellos vivieron: un nuevo país, una nueva cultura, un nuevo lenguaje y un empezar de cero. Misma experiencia de desarraigo que pudo haber vivido Manuel D’Allegri, mi tatarabuelo italiano junto a su esposa Maddalena Landi. Este año fue el turno de reconocer la parte masculina de mi Linaje Terrenal.
Un mes antes de viajar, en Febrero, durante un momento de meditación y toma de consciencia junto a un ejercicio de Un Curso de Milagros, entré en un estado de consciencia ampliada donde de repente conecté con una imagen que se hizo presente frente a mi: una colina verde, más colinas altas que podía ver hacia el fondo, un sol del amanecer cálido e iridiscente y un cielo sin nubes. Podía sentir que respiraba aire fresco. Inmediatamente hacia mi derecha veo una casita y un anciano sentado en un banquito con su cabeza gacha como a la espera de algo o alguien, con un sentir de tristeza profundo. Instantáneamente me doy cuenta que ese anciano era mi ancestro que había quedado en Italia, el papá de Manuel, a la espera de la vuelta de su hijo que había partido a Argentina. Mi ancestro había quedado congelado en su dolor. Entonces sin mirarnos a los ojos, por su cabeza gacha, con todo mi amor y ternura me presento ante él. Le digo quién soy por mi nombre completo añadiendo, “soy tu descendiente, para ti estoy en el futuro. Vengo a pedirte permiso y honrarte desde mi respeto y reconocimiento para poder vivir mi propia vida”. Aquel anciano seguía en su postura mientras yo podía empezar a comprender el dolor que lo había dejado a la espera de volver a reencontrarse con su hijo. Entonces continúo contándole, “Yo soy una descendiente tuya que nació en Argentina gracias a que tu hijo Manuel fue allí. Él estuvo bien, pudo hacer su vida, tener muchos hijos junto a Maddalena, tener su trabajo y gracias a que tomó esa decisión nació el mellizo Pablo Zacarías D´Allegri, mi bisabuelo, de quién nació Ernesto Miguel D´Allegri, mi abuelo, de quién nació mi papá José Raúl D´Allegri, y aquí estoy yo para contarte que todos ellos estuvieron bien haciendo sus vidas y mi padre disfrutando de su nieto que también porta tu apellido. Y es gracias a ti también por existir que todos nosotros existimos. Te honro y te agradezco”. Inmediatamente cuando termino de pronunciar palabra alguna el anciano robusto, grandote y de aparente testarudez, levantó su cabeza y se irguió cambiando su estado emocional, el dolor y la tristeza comenzaron de disiparse. Para continuar apoyando su darse cuenta continúo diciéndole una vez más, “de ti provengo y con todo mi respeto me presento a ti para pedirte permiso para poder vivir mi propia vida, ¿me lo permites?” en ese momento ya con un rostro más liviano e iluminado me responde que sí. No alcanza a terminar de decirlo que se pone de pie y mira diagonalmente hacia el frente con cara de asombro y calma. Entonces le digo con toda la sensación de libertad que me generó escuchar su sí, “Gracias”. Y tras un instante de silencio pregunto “¿Qué estás viendo?” Me responde “es una gran luz”. Ahora había Paz. “¿Estás listo para ir?” pregunto. “Si. No olvides honrar nuestro apellido y buscar nuestra colina donde sale el amanecer” Fueron sus últimas palabras de pedido y despedida.
No esperaba vivir esa experiencia aunque al parecer fue el momento adecuado. ¿Te ha pasado de juzgar a un familiar tuyo sin conocer realmente qué le sucede en su mundo interno, cuáles son sus pensamientos o estados emocionales o su historia desde su perspectiva? Como te lo he compartido antes, los impactos emotivos son los que quedan en la memoria, en el cuerpo y en el Alma. Cuando trascendemos de este plano de existencia, es decir morimos, nuestro campo energético, Alma, lleva consigo las memorias emocionales creando un bagaje de experiencias que le permitan Evolucionar. Como a varias Almas puede sucederle ante grandes impactos, es decir traumas, que el Alma quede anclada en un espacio tiempo en relación a esa trauma. En el caso de mi Ancestro Italiano había quedado en el dolor, un dolor de desarraigo mientras esperaba volver a ver a su hijo y saber de él. Nunca más había tenido noticias, eran otros tiempos. El universo y mis deseos continuos de reconocer cada persona de mi Linaje me permitió acceder a esa información que se encuentra en el cuántico. Un cambio de perspectiva, un decir te Honro, te veo, contar una verdad, respetar sin emitir juicio alguno y comprendiendo que somos todas personas creadas en nuestra individualidad como individuos que construimos nuestras propias maneras de vivir, nos permite comprender y liberar.
Tras recobrar mi eje ante tal movimiento es que decido comprarme un ticket de avión a Italia. Así que tomé acción y partí en Marzo para Milán Bérgamo. Una vez aterrizada me tomé un bus hasta Milán y allí subí a un tren que me llevaría hasta Génova. Mientras viajaba en aquel tren de velocidad de dos horas y media de duración, fui conectado con Italia por primera vez y la emoción la pude ver en la aguita de mis ojos y el latir que pulsaba de felicidad. Veía su arquitectura, sus casas, las colinas ondulantes, los campos verdes sembrados, las parras, los árboles, los ríos que se iban perdiendo y cruzando entre la vía y empecé a sentir que era parte de esas tierras, que mis ancestros eran de allí y la habían caminado y que yo por tanto tiempo había deseado conocer esas tierras para enlazar nuestras energías de honra. La familiaridad fue inmensa, una parte de mí había vuelto al Origen, donde todo surgió, de donde mi sangre se gestó. Finalmente entre cansancio y cansancio Génova apareció ante mis ojos y fue aún más fuerte esa conexión porque es el punto puerto desde el cual partió Manuel para llegar a Argentina. Génova fue un gran puerto en su época, muchos de los barcos con inmigrantes partieron desde ese lugar de Italia. Nada más contarte que en bien llegué a la Estación de Tren de Génova con lo primero que me encontré fue con el Museo Marítimo dónde cuentan los sucesos que vivieron entre 1885 y 1907, años donde se produjo la mayor ola masiva de salida de italianos del país por razones socioeconómicas. El primer barco partió en 1885 en dirección Argentina, año también en que yo tenía marcado como posibilidad de salida de mi ancestro. Dato que confirmó que esa posibilidad pudo ser certera.
Génova fue como si realmente estuviera en Argentina. Caminar entre callecitas angostas sin sentido que van en zigzag y no sabes a dónde te llevarán, perdiendo tu vista en un cielo que poco se ve por las alturas de los edificios y por las ropas que cuelgan de las ventanas. La irregularidad de esos edificios, los detalles y los colores eran como caminar por el Barrio de Caminito, en La Boca, Buenos Aires, sólo me faltaba escuchar un buen tango. Por un momento recordé a Quinquela Martín (1890, 1977), un gran artista plástico argentino que nos dejó como legado pinturas con historias de la vida cotidiana de los puertos de Buenos Aires, cuando entre el contexto urbano y el conocer en el hostel a un artista francés que hace xilografía emulando escenas portuarias, se hicieron presentes. Al mirar a las personas podía ver nuestros rasgos argentinos, no hay duda que nuestra cercanía genética es inconfundible. La energía tan bonita de la gente, ese ser tan abiertos para tratarte como uno más de la familia. Por poco termino comiendo en un restaurant del casco viejo de Génova, con dos ancianos muy lindos y su familia que tan amables se decidieron a interactuar conmigo, aunque el idioma fue el impedimento, de todas maneras al decir que era argentina los italianos me trataban con más amor e intentaban contarme que tenían amigos en argentina y pronunciar nuestras palabras, como por ejemplo “boludo”. Creo que en el fondo los italianos saben que fuimos de gran ayuda para también sus ancestros y que portamos su sangre. Realmente me quedé con ganas de poder interactuar más con todos ellos. Necesito aprender italiano y volver a tan maravilloso país. Claramente entre Argentina e Italia sólo nos atraviesa un puente de océano.
Un detalle más a esta travesía es que me encontré con la casa que fue de Cristóbal Colón, claramente en ruinas, pero enlazando aun así las líneas energéticas que unen a los continentes con sus historias.
En fín, humorísticamente digo que si alguien me preguntase “Cin, ¿que hiciste en Italia?” mi respuesta es “bueno estuve en el cementerio leyéndome todas las lápidas para ver si encontraba algún ancestro o mi apellido”. La verdad fue así cuando el último día fui a Isola del Cantón, pueblito que queda cerquita de Génova, pista que tengo de donde posiblemente nació Manuel. Lo más curioso que encontré en Isola del Cantón fue encontrarme en la placita que está a la entrada de la iglesia, un símbolo que para mí significa muchísimo: la estrella de 6 puntas dentro de un romboide, que además dentro de la estrella decía el año 1887. Sumado de darme el gusto y tachar en mi lista “comer pizza italiana con una copa de vino”, lo cierto es que mis días allí fueron para investigar sobre Manuel D’Allegri. Mi tenacidad acerca de saber sobre mi árbol genealógico comenzó en edad temprana, mis padres no me dejarían mentir, he sido la preguntona de la familia. Siempre quise saber de dónde provengo y saber sus historias. A la larga soy una descendiente que porta con toda la información del Árbol, y si algo me quedó claro durante mis 36 años es que mi aporte a mi Linaje fue que venía a ordenarlos, reconocerlos, dar sus lugares de pertenencia, mirarlos sin juicio, ponerme yo en mi lugar y Honrarlos para finalmente TOMAR MI PROPIA VIDA.
Tras ponerme en el rol de Sherlock Holmes, investigando por dónde buscar información, además de haber dado con el cementerio, dí con el Archivo de Estado de la Región de la Liguria, donde estuve muchas horas con libros enormes de archivo del Servicio militar de entre los años 1855 y 1859, en aquel entonces eran obligación ser parte del ejército, sólo no se tomaban aquellos hombres que tenían que hacerse cargo de la familia porque el padre no estaba o porque tendrían complicaciones de desarrollo que les impedían desempeñarse.
No encontré a mi ancestro pero sí confirmé que mi apellido existió tal cuál está escrito y para mi es una gran revelación, además de las reflexiones que pude hacer durante esos días. Todo el tiempo la frase “el pasado tiene que quedar en el pasado”,”hay que darle lugar a lo que viene” venían a mí constantemente esos días. Estaba segura de que estaba en Italia para cerrar un gran ciclo en mi historia y en mi vida: cerrar ciclos de preguntas y de repetición de patrones. Realmente fue así.
¿Sabes qué me ocurrió cuando comprendí que al pasado hay que dejarlo en el pasado desde el respeto y el orden? Mi propio camino se abrió. Te cuento qué sucedió.
Después de haber estado 5 días en Italia, volví a aterrizar en Dublín un viernes por las casi media noche. Pasado el Sábado y el Domingo, el Lunes me sorprendió con noticias que no esperaba: 3 noticias que moverían mis siguientes días a reacomodarme de manera sorpresiva. Así que fueron días intensos de tomar nuevas decisiones, de salir de espacios/lugares estancos a encontrarme con nuevos que tienen que ver más conmigo. Todo se movió. Honrar, reconocer la fuerza masculina, pedir permiso a mis ancestros y dejar el pasado en el pasado es lo que me permitió crear un movimiento energético de liberación y alineación con quien estoy siendo y quiero ser desde mi propósito álmico.
Como anecdótico esa misma semana el gobierno de Italia anunció una nueva ley sobre las ciudadanías en la que expresan que sólo accederán a la misma las personas que tengan hasta el abuelo italiano, es decir recortaron las posibilidades de los ancestros. Una señal más para mi camino de honra de que al pasado hay que dejarlo en el pasado.