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Salto de realidad: la Alquimia de la Conciencia

5 de junio de 2024 por
CINTIA D'ALLEGRI

Para saltar, tuve que hacerme cargo del caos en el que estaba sumergida. Solo el nuevo orden puede darse posterior al caos de las partículas que componen la energía. Colapsar, llevar al choque las creencias de la mente para abrir la posibilidad como una puerta que devendrá en una nueva línea de expansión. Colapso mis mundos, creo el caos, y surge una nueva realidad.

La energía ES el Todo. Mis estados de conciencia alteran la energía y, con ella, manifiesto el día a día que vivo. Con mis ojos, veo…

“¿Qué hay más allá de tus Ojos?” Escuché en la Colina de Tara, Hill of Tara, un sitio sagrado de la Isla Esmeralda, Éiriú, Irlanda, cuando, en mis visitas para conectar con sus misticismos y mensajes, me adentraba a caminar en el frío punzante del invierno irlandés.

No había sabido responder a esa pregunta que me resultaba un acertijo. Ahora conecto la información: ¡más allá de mis ojos está la energía y con ella las infinitas posibilidades de SER!

Volvamos a la definición de observador, digo volvamos porque en mi libro Ser Propósito desarrollo el principio de la idea que ahora extenderé desde una mirada integrada de mi Ser.

El observador es alguien que observa algo. Por ejemplo, en este instante mientras escribo, observo con mis ojos mi notebook, que tiene abierto el programa Word en el cual estoy escribiendo. Ese es el hecho concreto, lo objetivo. Ahora bien, detrás del hecho está mi persona, lo subjetivo, que está cargada de conceptos previos, experiencias vividas e historicidad personal que forman las creencias, que son los mapas de la ruta y, a su vez, ese mapa está intervenido por el campo emocional y sentimental. Con todo ese conjunto de lo que nos hace ser humanos, clasificamos y decimos lo que está bien o mal, tomamos decisiones, pensamos cómo supuestamente debería ser nuestra vida, qué tendríamos que hacer, qué decir, qué no decir, cómo comportarnos, cómo relacionarnos, y un amplio espacio de impacto del cotidiano vivir.

Desde todo ese conjunto que somos, podemos juzgar la realidad y condicionarla, creando un marco de referencia para vivir la vida. Entonces, detrás de tus ojos se encuentra toda esa versión de ti que fue construida para mirar el mundo, lo que te convierte en un observador de la realidad, que es diferente para cada habitante del planeta Tierra.

Hay algo relevante que ahora voy a sumar: la existencia misma es un campo de energía que puede hacerse visible ante los ojos que la miran.

Un experimento realizado dentro de la física cuántica, en lo científico, nos revela el comportamiento de las partículas que componen la materia. La energía se puede manifestar como partícula (materia) o como onda (energía). Cuando hay una conciencia/observador que observa, las ondas se convierten en partículas; estas se mueven y ordenan de manera diferente ante cada observador. Previo a eso, las ondas existen como tal. Esto demuestra que, como seres humanos, tenemos la capacidad de transformar la energía en materia, involucrando nuestro estado de conciencia.

Ser alquimia, conciencia cuántica, es comprender que tenemos la capacidad de modificar nuestras vidas alterando el orden de las partículas de energía, misma que está continuamente en estado vibratorio. Podemos abrir el campo del vacío, donde está el Todo, para manifestar un nuevo orden de nuestra realidad diaria mediante la inocencia de comprender que podemos jugar el juego de la creación, cambiando los anteojos tridimensionales con los cuales nos atrevemos a ver el mundo.

“¿Qué hay detrás de tus Ojos?” El espacio de la energía. No estaban solo mis maneras de pensar y sentir, que eran hasta dónde podía llegar con mis respuestas hasta ese entonces. Detrás del observador está el campo de la energía que también lo creó a él.

El tiempo son líneas creadas por nuestras memorias emocionales. Entonces, espacio y tiempo convergen en manifestar tu estado de conciencia.

Cada vez que vivía un caos en mi mundo interior, me llevaba a la reflexión, lo que permitía crear un nuevo pensamiento. Observaba mi observador, y entonces podía modificarlo, cambiar quién había estado siendo desde mis estados de pensamiento y de emoción. Sin caos, no hubiese evolucionado porque hubiese estado en un lugar interno de aparente comodidad, o como más se lo conoce, la “zona de confort”. Entonces, agradece todo el caos que has sido y vivido, porque te regaló una nueva manera de ser, un nuevo orden interno de sentir, pensar y vivir el día a día.

El caos es evolución y el orden es expansión.

El nuevo orden es darnos cuenta de que tenemos la capacidad de reflexionar para salirnos del caos, haciendo un nuevo estado de conciencia de ser. Alquimizo mi estar siendo dentro del caos.

En la materia, el cambio interviene la variable tiempo. El tiempo está dado por las memorias emocionales que se imprimen en el campo sólido. Lo sólido lleva más tiempo transformarse por su condensación, pero cuanto más utilizamos nuestros estados de conciencia, más veloz podemos transformarnos. En otras palabras, cuanto menos importancia le damos a lo que pensamos, es decir, más desapegados estamos de lo que creemos que pensamos, más rápidos podemos entrar en nuevos estados de conciencia y transformar nuestras vidas. Esto hace que cambiemos la frecuencia desde la cual resonamos.

Reflexión Final: El Caos como Fuerza de Evolución y el Orden como Expansión

El caos, lejos de ser algo a evitar o rechazar, es una de las fuerzas más poderosas que nos impulsa hacia nuestra propia evolución. En cada momento de desorden interno, de incertidumbre y desconcierto, el caos nos lleva a un punto de quiebre. Nos enfrenta con lo que somos y lo que hemos sido hasta ese momento, desafiando nuestras creencias, nuestras certezas y nuestras identidades más profundas. Es, en esencia, el impulso necesario para cuestionarnos, para mirar más allá de lo evidente, para desmantelar lo que ya no nos sirve y para abrir la puerta a lo nuevo.

Sin caos, no hay transformación. Sin ruptura, no hay posibilidad de evolución. Nos quedaríamos atrapados en la conocida "zona de confort", una burbuja de seguridad que, aunque nos parece cómoda, en realidad limita nuestro potencial de expansión. El caos es lo que nos sacude, lo que nos obliga a salir de esa zona rígida y predecible. Es el motor de nuestro crecimiento, el que nos empuja a desafiar las fronteras de nuestro entendimiento, a reconfigurar nuestros pensamientos, emociones y acciones, a trascender lo que pensábamos ser.

Por otro lado, el orden que emerge tras el caos no es una imposición rígida, sino una expansión. El nuevo orden que creamos no es estático ni restrictivo, sino una red dinámica de posibilidades que se reorganizan para darnos un nuevo sentido de equilibrio. Este orden es la manifestación de una nueva conciencia, más amplia y libre. Es la integración de lo aprendido en el caos, que nos permite ver el mundo con otros ojos, un par de lentes más claros, capaces de percibir las infinitas posibilidades que antes estaban veladas.

El proceso de transformación que pasa del caos al orden no se produce en un instante. Es un viaje continuo, un proceso de constante adaptación, de observación y reconfiguración. En este trayecto, el tiempo juega un papel fundamental. No es solo un factor lineal que medimos en horas y minutos; el tiempo está profundamente entrelazado con nuestras emociones y recuerdos. Cada emoción que experimentamos deja una huella en nuestra percepción del tiempo. Las memorias emocionales se imponen sobre nuestra realidad, creando una falsa sensación de rigidez en el tiempo y el espacio. Sin embargo, cuando somos capaces de trascender esta carga emocional, el tiempo se vuelve fluido, se convierte en una herramienta que podemos manipular, un espacio que podemos reorganizar a nuestro favor.

Esto nos lleva a la comprensión de que la conciencia es el catalizador de todo cambio. Nuestra capacidad de alterar el estado de nuestras partículas energéticas depende de nuestra habilidad para alterar el estado de nuestra conciencia. Cuanto más desapegados estemos de nuestros pensamientos limitantes, cuanto más libres seamos de nuestras creencias, más rápido podremos entrar en nuevos estados de conciencia, más ágilmente podremos transformar nuestra realidad.

El proceso es como un juego de frecuencia. Cada pensamiento, cada emoción, cada acción resuena en una frecuencia específica. Si nos aferramos al apego emocional y a los pensamientos negativos, permanecemos atrapados en frecuencias bajas, densas y limitantes. Pero cuando comenzamos a soltar esos viejos patrones, cuando nos permitimos fluir con lo que es, empezamos a elevar nuestra vibración. Al elevar nuestra frecuencia, accedemos a nuevas realidades, a nuevas posibilidades, y nos abrimos a una expansión que antes parecía inalcanzable.

El cambio es un arte, una alquimia. La vida no es algo que simplemente sucede; es algo que creamos constantemente con nuestra conciencia. Cada vez que superamos una crisis interna, cada vez que atravesamos un caos y nos reconstruimos, estamos participando en una danza cósmica que no solo nos transforma a nosotros mismos, sino que también contribuye a la evolución del todo. Porque cada cambio que realizamos, por pequeño que sea, reverbera en el universo, creando un campo de posibilidades que afecta a todos los seres a nuestro alrededor.

Así, la invitación es clara: no temamos al caos, no huyamos de él. Reconozcámoslo como el impulso vital que nos lleva hacia nuestra expansión. Aceptemos que el orden que surge de él es solo el principio de algo mucho más grande y profundo. Seamos conscientes de nuestro poder transformador y de la capacidad infinita de la energía que somos. Al hacerlo, no solo cambiamos nuestra realidad, sino que también contribuimos a la creación de un nuevo orden en el universo, un orden que emerge de la libertad, de la conciencia elevada y de la expansión constante.



CINTIA D'ALLEGRI 5 de junio de 2024
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